El teléfono sonó, y como siempre las noticias inesperadas llegan en algún momento en que las sonrisas recorren toda la casa.
Intente esperar que mi abuelo se levante de su silla pero al ver que la arrastraba y el ruido de la madera chillaba en mis oídos corrí la mía para atrás y pase sobre ella para no perder la llamada que no dejaba de sonar…
Levante el tubo y puedo asegurarles que por mas que busque en el fondo y escarbe mi cabeza no puedo recordar quien me escupió esas palabras que hirieron como bala mi alma…
Un peso insoportable se apoderó de mi cuerpo, y caí sobre la silla, del otro lado del teléfono se escuchaba la voz que preguntaba si seguía estando ahí…
- Si, estoy acá- respondí con apenas un hilo de voz, mientras sentía que una parte de mi hacia ya mas de 5 minutos había escapado, queriendo llegar hacia ese nuevo infierno que el mundo estaba descubriendo.
La voz de mi abuelo me trajo de nuevo a la realidad, y su cara de preocupación hizo que tomara conciencia del estado de mi cuerpo. De golpe un frío congeló mis gestos y me di cuenta que estaba empapada en lagrimas.
La voz volvió a tomar vida del otro lado del teléfono y me dijo: “- Acaban de encontrar a S, pero G sigue sin aparecer.”
6 años ya desde aquel día en que la negligencia de varios, lo momentos de mierda que tiene la vida y anda a saber cuantas otras cosas mas nos obligaron a dejar al menos esa noche, esa tarde que le siguió y ese fin de año la boludes de la adolescencia, para entrar en el incomprensible camino del adios, o mejor dicho el hasta luego…
